Nace de la experiencia de ser tratados de una manera que nosotros creemos que no merecemos, esta herida recoge nuestro malestar de percibir un desequilibrio de equidad en el trato recibido.
En algún momento en nuestra infancia fuimos parte de actos en donde el favoritismo, discriminación por parte de nuestros progenitores con nuestros hermanos, o de nuestras figuras de autoridad nos hicieron sentir no escogidos en una circunstancia.
A veces nuestros padres pudieron ser muy autoritarios y exigentes y quizás en circunstancias nos hicieron sentir que valíamos por nuestros logros.
Afectaron grandemente nuestra autoestima, los que nos llevo a crear una máscara de la rigidez, somos una persona que queremos llegar a nuestro objetivo nos convertimos en personas muy exigentes con nosotros mismos, la dificultad de recibir pareciera que quedamos en deuda con ese alguien que nos da.
Nuestro sentido de indignación ante situaciones que consideramos injustas, buscando soluciones y nuestra obsesión por la equidad, según nuestros ojos, aunque no exista una injusticia.
La necesidad de reconocimiento o quien nos valide ese sentimiento de injustica, el inconveniente es cuando se distorsiona o vemos la situación solo desde el lente de la injustica y obviamos los otros escenarios.
¿Alguna vez te has pregunta por que esa persona si y tu no? ¿Por qué Juan pudo salir antes y tu no? Sin saber que paso, ya te haces un juicio y castigas ese hecho.